La obra se adentra en la etapa pública más conocida del tercer emperador romano y heredero de Tiberio. Cayo César es más conocido como Calígula, un apelativo infantil puesto por las tropas legionarias al mando de su padre Germánico. Muñoz Sanz presenta a un personaje peculiar: irreflexivo, caprichoso, histriónico, extravagante, cruel, vengativo, amoral e inmoral. Un loco para muchos. Cayo Julio César Augusto Germánico (12-41 d. C.) gobernó durante casi cinco años (marzo de 37 a enero de 41 d. C.) sin dejar, para los historiadores, acciones políticas, militares o culturales de calado. Pero tuvo tiempo suficiente de aterrorizar a las élites de Roma (patricios y senadores) y al pueblo con sus graves decisiones, sin freno que las contuviera.
El modelo de gobernante que el autor propone le sirve para reflexionar, y trasladar al espectador su inquietud, sobre la maldad y las consecuencias del poder ejercido sin escrúpulos ni límites éticos o legales. Un viejo asunto de la época imperial, previo y posterior, que sigue vigente en el siglo XXI.